Tiempo de mirar al futuro
El acuerdo sobre la reforma laboral entre gobierno, CEOE y los sindicatos UGT y CC.OO refuerza la necesidad de llegar a acuerdos de consenso, refuerza la cultura del pacto como forma de llegar a una solución de consenso entre las partes interesadas.
Los pactos muestran la responsabilidad, el compromiso de los firmantes que comprenden la necesidad de establecer un marco jurídico estable, duradero en cuanto a las relaciones laborales, para dotar a la economía, a las empresas y a los trabajadores de un futuro menos incierto.
El acuerdo no busca revancha, sino llegar a una posición de consenso que permita aprovechar la recuperación económica en beneficio de todos, tanto empresa como trabajadores.
Hay que destacar que el acuerdo nace del consenso de las organizaciones empresariales y los sindicatos, y no de una imposición ni del gobierno ni de los hombres de negro de la Unión Europea.
Por fin se ha entendido que la forma de dar estabilidad al sistema y que todas las partes implicadas se sientan obligadas a trabajar en la misma dirección es dejar que los acuerdos los negocien los que entienden de la materia. Si no corremos el riesgo de repetir los despropósitos que se suceden con las continuas reformas educativas que gobierno tras gobierno se realizan, sin que ninguna consiga el propósito de mejorar la calidad de la educación.
En opinión de muchos expertos, los fondos Next Generation de la Unión Europea, tal vez sea una de las últimas oportunidades de modernizar la economía española. Sindicatos y organizaciones empresariales no pueden estar ausentes, la ciudadanía necesita que las instituciones estén a la altura de las circunstancias e impulsen el desarrollo y la distribución de riqueza.
La desregulación y la pérdida de derechos, conduce a sociedades más empobrecidas, sin perspectivas de futuro y que las clases medias desaparezcan, sustituidas por ejércitos de trabajadores empobrecidos, condenados a trabajar para cubrir sus necesidades básicas, sin ninguna oportunidad de progresar y en la que el empleo deja de ser un pilar de desarrollo y promoción. Ejemplo que se está dando en EE.UU con lo que se ha llamado "La Gran Dimisión" en la que millones de trabajadores no se ven motivados a aceptar puestos de trabajo mal retribuidos y precarios.
El presidente de los EE.UU, recordó en su discurso del mes de abril "Wall Street no construyó este país. La clase media construyó este país y los sindicatos construyeron la clase media"
Ya (casi) nadie defiende el axioma liberal de que la mejor regulación es la que dicta el propio mercado, ejemplos cercanos tenemos (mercado eléctrico, paraísos fiscales, desregulación del mercado de trabajo, etc).
La falta de expectativas en el ámbito laboral nos conduce a desvinculaciones del sistema, es decir al anti-sistema, a la búsqueda de alternativas radicales y extremas.
Cuando se asume que no hay instituciones, asociaciones, colectivos sociales, organizaciones sindicales o empresariales, capaces de dar alternativa a tanta precariedad se produce la desconexión y el sálvese quien pueda.
Este año que acabamos de dejar, hemos luchado en defensa del empleo, hemos dado ejemplo de que colectivamente se puede y se debe defender el interés común, las jornadas de huelga fueron seguidas mayoritariamente, rememorando la lucha colectiva de épocas pasadas donde los derechos laborales se defendían conjuntamente, buscando el bien común de todos los trabajadores.
La tutela justa en el mercado de trabajo, en el ejercicio de los derechos laborales, lejos de entorpecer la creación de empleo, mejoran la eficiencia y productividad del trabajador que se siente parte activa del desarrollo y contribuye a una redistribución de la riqueza y por tanto de la igualdad, alejando tentaciones de soluciones extremas o radicales. Asegurando la estabilidad institucional, la lucha contra la desigualdad, creando bienestar y progreso general.
En este contexto en el que los trabajadores son parte activa, se ven motivados a invertir en su formación y desarrollo, beneficiándose de esto, no solo el propio trabajador sino también la empresa y la sociedad en general.
La supervivencia del sistema democrático debe evitar las tentaciones de algunos irresponsables públicos de imponer sus ideologías partidistas, contrarias a la realidad social del país. Los partidos políticos deben ejercer con responsabilidad la función constitucional que tienen encomendada y no deben menospreciar los acuerdos adoptados por los agentes sociales.
Para concluir, decir que la reforma laboral acordada tal vez sea la mejor posible si lo que se quiere es llegar a un acuerdo duradero y vinculante de las partes.
El tiempo lo dirá.
FELIZ 2022

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